La tensión que se puede acumular durante un torneo de póker es algo que solo los jugadores más experimentados pueden explicar. Como en cualquier deporte, no solo el físico se resiente tras una jornada maratoniana como la de hoy. Después de jugar durante horas el cerebro también se ve afectado, y creánme si les digo que hay pocas cosas peores que jugar al póker sin estar al 100% en todos los sentidos.
Tras casi siete horas de juego, durante las cuales los jugadores solo han disfrutado de dos recesos de 20 minutos, los 740 jugadores que siguen en pie tendrán la oportunidad de apartar la mirada de la mesa durante algo más de una hora, lo que les permitirá disfrutar de un merecido descanso que en la mayoría de los casos se usará para engullir una copiosa cena.
Cuando vuelvan a la mesas, entonces la cosa si será a tumba abierta. Ya no habrá más opciones para recapacitar y estirar las piernas. Solo quedarán descansos de 20 minutos, y ese tiempo da para poco más que para abandonar la sala entre la multitud, coger aire, y retornar a la acción.