En los últimos años han sido muchas las personas que han descubierto la vertiente lúdica del poker, que según va pasando el tiempo adquiere una mayor notoriedad social. Se trata de un juego que cada vez resulta más atractivo para un mayor número de gente anónima y para afamados futbolistas como Piqué y Neymar, del Barcelona, y Cristiano Ronaldo, del Real Madrid.
Es lógico que así sea, porque se trata de un entretenimiento que garantiza horas de diversión y que ayuda a liberar adrenalina por la gran trascendencia que pueden tener las decisiones aisladas que se tomen durante la partida. En determinados momentos, el solo hecho de levantar una carta puede supone que el corazón lata a toda velocidad.
Hablamos de una actividad que requiere un gran esfuerzo intelectual porque tiene más de habilidad que de azar. Es la razón por la que determinados jugadores asumen el reto personal de intentar mejorar. Tratan de ser cada vez mejores para poderse enfrentar a importantes jugadores.
Resulta incluso una forma de hacer amigos, porque el poker es un juego de mesa muy dado al contacto. Y que resulta muy atractivo porque con él se puede ganar dinero, algo que siempre supone un aliciente.
Eso sí, se trata de una disciplina en la que hay que saber jugar y en la que nunca se debe confiar al azar. Porque más que la suerte, lo que influye son las matemáticas y el cálculo de probabilidades. Por lo tanto, conviene estar atentos.
Un día, por un golpe de fortuna, se puede ganar una partida o, incluso, un torneo. Pero a la larga se ve claramente quién está preparado y quién no, quién está haciendo progresos y quién se ha quedado anclado en el ‘necesita mejorar’.
Ganar o perder depende de la capacidad de reacción del jugador, de saber tomar buenas decisiones de forma rápida. Y para conseguirlo hay que formarse e ir adquiriendo experiencia, algo para lo que resultan muy útiles las mesas virtuales.
El poker es distinto, en este caso no hay que jugar contra la banca, sino contra otros jugadores. Este dato es muy importante porque la banca no tiene nada que ganar, ya que sus ingresos se limitan a un porcentaje del bote final resultante.
Lo que los jugadores necesitan es cabeza, prudencia y mesura. Tener siempre claro que lo que se juega es dinero real. En consecuencia, nadie debería arriesgar lo que no tiene o lo que le va a hacer falta.
Sobre todo, porque este juego es un divertimento, una manera de pasar el rato y consumir el tiempo libre del que se dispone. Pero es una disciplina con la que nadie se ha hecho rico.
Se requiere responsabilidad y autocontrol. Y aquellos que sientan que no lo tienen, lo mejor que pueden hacer es no arriesgar dinero real, sino imitar a sus abuelos jugando las partidas con garbanzos duros servidos en un pequeño plato.
Del poker suele decirse que se aprende con mucha facilidad pero que resulta muy complicado de dominar, aunque cabe aventurar que las cosas marcharán razonablemente bien si el jugador cultiva cuatro actitudes fundamentales:
1.- No ser previsible
2.- Ser cauto
3.- Ser agresivo
4.- Estar atento para aprovechar los errores de otros jugadores
Son cuatro conceptos mucho más importantes de lo que parecen. Y se deben tener constantemente en cuenta.
No tiene sentido jugar con la obsesión de ganar dinero, porque hay días que pierden hasta los mejores jugadores. El planteamiento debe ser procurar hacerlo cada día mejor, pensando bien las decisiones a adoptar e intentando no cometer errores. Jugando así, a medio y largo plazo llegarán más victorias que derrotas. Pero sin dejar de recordar que con el poker nadie se ha hecho rico.
La importancia de las matemáticas
El poker es un juego matemático en el que la información siempre resulta incompleta. Lo primero que hay que decidir es el número de manos que se van a jugar. Y recordar que si un jugador entra más veces en el bote con mejores cartas que sus oponentes, lo normal es que gane más veces que ellos.
A partir de ahí, hay que estar muy atentos a cómo se van desarrollando las manos para ir tomando decisiones. Hay que ir calculando las probabilidades de bote, reconociendo los patrones de apuestas, observando los faroles a los que suelen recurrir los otros jugadores y haciendo un buen uso de la posición que se ocupa en la mesa.
Esconder las emociones
Se trata de permanecer hierático, ni una mueca, ni un suspiro. Ni tampoco un comentario derrotista. Porque estos pequeños detalles, que pueden delatar, son utilizados de inmediato por los oponentes.